Estos alimentos son sinónimo de
menos calorías o “ligeros”, son comúnmente utilizados en planes para bajar de
peso corporal. Ahora bien, para considerarse “Light” un alimento debe reducir
sus calorías totales al menos en un 30%, así mismo, se puede clasificar en este
término a un alimento cuya unidad no sobrepase las 300 calorías o que tenga menos
de 1 caloría por gramo de producto.
Aún en el caso de estar completamente
aceptables, éste tipo de alimentos deben complementarse con verduras,
hortalizas, frutas y lácteos, ya que en el producto Light se pierde gran
densidad de nutrientes al momento de ser elaborados, corriendo riesgos de carencias
vitamínicas y minerales.
Los fabricantes de estos productos
tratan de imitar el sabor y la textura que recuerden al producto original
disminuyendo el total de calorías. Sin embargo, el problema radica en que la disminución
de grasas en el producto suele llevar a una disminución de la palatabilidad, es
decir, a la aceptación en el paladar de la persona que lo consume. Aunado a
esto, el azúcar del alimento originalmente elaborado debe sustituirse por
edulcorantes y principalmente se usa uno sintético como la Sacarina, por eso
vemos que en las etiquetas dice “0%” de “Azúcar”, ya que no la incluyen en su
preparación.
En general, aunque parecen tener
cierta utilidad en “dietas de adelgazamiento”, el costo de los alimentos “light”
se calcula en un 25-30% mayor que de los productos normales. Desde un punto de
vista saludable, probablemente tengan menor cantidad de calorías, sin embargo
la manera de elaborar este tipo de alimentos incluye una gran cantidad de
aditivos que manipulan sabor, textura y aromas del mismo, por lo que quizás nuestro
organismo no tolere del todo porciento ciertos tipos de “alimentos light”.
En conclusión, los alimentos light
proporcionan un producto con menos cantidad calórica que el original, pero para
su elaboración se usan aditivos y edulcorantes que probablemente sean dañinos
para nuestra salud a corto, mediano o largo plazo.